jueves, 17 de enero de 2008

Reyes...

Epi cosquillas no debió caber en el saco de los regalos. O quizás no me porté suficientemente bien, o no creí bastante, o mis palabras fueron las que cayeron en saco vacío… Hay palabras que sólo se creen si las dice un niño.

Los tiempos cambian y los camiones cargados de regalos que veía cada año en la cabalgata de reyes se han sustituido por carrozas de dibujos que no conozco.
Los niños no son los mismos, tienen otras caras, otros nombres y otros colores.
Baltasar ya es de verdad, y no manda a pajes con la cara pintada en su lugar.

Ya no miro hacia arriba ni me brillan los ojos de emoción e impaciencia. Sé que la magia sólo son trucos.

Pero disfruto observando que las miradas de los niños nuevos son las mismas que las de los niños viejos. Y los niños viejos miran a los niños nuevos igual que antes hacían con ellos, desde arriba, nerviosos, dueños de algún secreto valioso, aquellos que parecían grandes.

Y después ves a una niña, que se cree mayor por conocer el truco, callada y quieta, sentada junto al Belén esperando que pase, que pase lo que siempre había pasado. Y la ilusión de su cara por creer en lo increíble, a pesar de todo, se contagia de cara en cara entre los adultos ilusos que la miran a través del cristal de la puerta.

PD. ya sé que ahora no toca... pero estaba escrito, y en el fondo me sabe mal dejar un mes en blanco... y al ritmo que voy...