martes, 7 de octubre de 2008

Muñeca de trapo

Recuerdo esos muñecos de trapo que hacía con mi abuela cuando Marisol aún estaba de moda. Tenían la cabeza de piedra y el cuerpo de trapo.
Los brazos y las piernas eran morcillas de tela, simples apéndices. Y hacían todo todo todo lo que tú quisieses.

Dobla una pierna, da una vuelta, salta, chuta y gol…

Nadie les preguntaba nada. Seguramente hablaban en una frecuencia imperceptible…porque no se quejaban nunca. Los utilizaba como gargantas enmascaradas. Me escondía detrás del sofá, levantaba una mano y con movimientos cervicales del muñeco y voz distorsionada decía tonterías inconexas que jamás me hubiera atrevido a pronunciar en mi gigantesca madurez infantil. Realidades inventadas, mundos ficticios, verdades tímidas, miedos escondidos, quejas razonables e incluso maldades y crueldades varias… Pero no eran ellos los que hablaban. Eran sólo un instrumento. Maniobras de despiste…

Ahora, cuando me provocan… muerdo. Porque a mí nadie me pone la mano en la espalda sin darse cuenta de que no debe volver a hacerlo…

lunes, 6 de octubre de 2008

Al otro lado del cristal

Nos hemos mudado, un pequeño salto desde un taller oscuro a un despacho pequeño. Tengo una ventana como compañía (y más gente…) y un gran jardín verde con topos marrones al otro lado del cristal. Tiene pinos viejos más o menos ordenados, y varias reuniones de pajarillos negros, debe ser su hora del té. Forman grupos que junto a los pinos y a los claros marrones deben dar un aspecto curioso al jardín visto desde el cielo… Parecen ocupados… Brincan de un lado a otro, a destiempo, primero unos y después otros. Los más valientes trepan por los árboles. La mayoría sólo vuela si no tienen otro remedio…
Hoy miro desde mi lado del cristal, con mi grupo que también salta y trepa, pero sólo porque no pueden volar… y me siento en una jaula. Tengo más, pero no suficiente… Dar no provoca conformismo. Creo que a esto lo llaman evolución.
Si eres un punto azul en el océano y no te dan una ventana con un grano de arena marrón al otro lado, no pedirás más que puntos azules y no necesitarás más. Porque no se puede pedir lo que ni siquiera sabes que existe…