Cuando era pequeña iba al colegio despacio, con las manos en los bolsillos, como si esperara al mundo. Y las sacaba nada más, cuando era totalmente necesario. Unas veces para mirar al cielo y otras para mirar al suelo.
Cuando fui creciendo, seguía con las manos en los bolsillos, como si temiera al mundo. Cada vez que me sentía observada, las manos me sobraban. Unas veces enteras y otras veces sólo los pulgares.
Seguí sumando, que no creciendo… y continué con las manos en los bolsillos, como si el mundo me esperara a mí. Crucé la cueva y acabé entendiendo que había cosas increíbles que descubrir con las manos.
Desde entonces sólo las guardo para mirar al sol, abrir más los pulmones y respirar la luz, como si el mundo, al final, se me fuese a quedar pequeño...
jueves, 4 de septiembre de 2008
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1 comentario:
el bloglines es un gran invento¡¡¡
he dicho
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